viernes, 20 de noviembre de 2015

Reflexiones varias

Debo admitir que afronté esta entrega, quizás, con un poco de derrotismo, porque ninguno de mis proyectos ha tenido una evaluación cualitativa como la que me gustaría, o como la que yo creo que va a obtener. De hecho, siento que no hay mucha mejoría en el resultado de mis láminas y modelos, en comparación con las de mis compañeros, por ejemplo. O en comparación a mis mismos proyectos pasados. No obstante, le dediqué mucho trabajo de igual forma.

Es por esto que comencé una búsqueda por comprender. Y en esta búsqueda, me puse en contacto con un amigo que se desempeña como arquitecto desde hace un par de años ya. Le comenté lo complejo que me estaba resultando 'salir de la matriz', salir del cubo. Crear espacios pensando en lo que yo proponía y en lo que el entorno me ofrecía. Y me dijo algo que me hizo mucho sentido."Define tu proyecto con una palabra". Y recordé de inmediato el concepto de situación estructurante. Entonces, me puse a pensar en lo que yo quería como proyecto, diferente a la posada de refresco, que era el programa que se nos proponía. Hasta que se me iluminó el bombillo: goce del descanso! Eso era lo que yo quería. Quería que los usuarios disfrutaran de un espacio amplio y con mucha sombra, para poder aprovechar el viento que ahí se generaba, teniendo en consideración el contexto situacional. El sendero del cerro San Cristóbal tiene alternancia entre recorrido con sombra y a pleno sol, y la zona que elegí para que mi proyecto echara raíces entra en una de estas categorías: el trayecto es azotado por un sol imponente. Es por eso que mi diseño tiene las características que se declaran en la entrega final. (Es necesario señalar que todo esto no lo pensé en el momento que estaba conversando con mi amigo, pues me sentía totalmente derrotada por los cubos. Lo benditos cubos que no abandonan mi mente cuadrada...)

Después me comentó algunas de sus experiencias como arquitecto y lo que él desprendía como aprendizaje de éstas. Y me dijo que, una vez que él estudiaba el terreno, conocía las propiedades y las potencialidades que éste tenía, pasaba a la siguiente etapa. Definir su proyecto en una palabra, buscar su situación estructurante. Y para ese entonces, no hacía falta de más conceptos o más indagación, pues, si lo que el terreno tenía que ofrecer y la idea de situación estructurante eran congruentes y estaban en la misma sintonía, las espacialidades iban naciendo solas. No había necesidad de forzarlas. Y eso era lo que a mi me estaba ocurriendo...

De partida, me ha costado trabajo olvidar el cubo. Los límites de él. Abordarlo solo como una matriz ha sido difícil, y casi tengo que escribirlo en todas partes para tenerlo siempre presente. Y, consecuentemente, los espacios que genero salen forzados, casi como un parto!

Pero, finalmente, lo que rescato de esta conversación, y de esta unidad y entrega final de ella, es que el pensamiento se va modificando, es posible "amoldarlo", con harta práctica y entrenamiento, y sin olvidar lo primordial: hacemos arquitectura para la comunidad. Con alma. No creamos 'edificios' vacíos.

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